En la rica tradición de la enseñanza kabalística, la salud no es solo un estado físico deseable, sino una obligación religiosa y moral. Esta concepción se ve claramente en los escritos del Tur y del Jafetz Jaím, figuras emblemáticas en la historia del pensamiento judío, quienes subrayan la importancia del cuidado de la salud como un precepto divino y una prioridad en la vida de todo judío.
El Tur, en su obra Óraj Jaím, establece que es una mitzvá guiarse correctamente y tener una buena conducta en el cuidado de la salud para estar sanos y fuertes, con el fin de servir al Creador. Este dictamen, ratificado por el Jafetz Jaím en su Mishná Berurá, refleja la idea de que el mantenimiento de la salud es parte integral del cumplimiento de los mandamientos y del servicio a Dios. Lejos de ser un asunto secundario o meramente práctico, el bienestar físico es visto como un componente esencial de la vida religiosa.
La visión del Jafetz Jaím sobre el cuidado de la salud es especialmente relevante, no solo por su erudición sino por su práctica personal y su preocupación por el bienestar de su comunidad. Su amor por los estudiantes de la Torá iba más allá de su formación espiritual; se extendía a su salud física. Con gran afecto y responsabilidad, el Jafetz Jaím instaba a sus alumnos a no excederse en el estudio hasta el punto de debilitar sus cuerpos. Relata cómo, en su juventud, un exceso de estudio le causó problemas de visión, una experiencia que lo llevó a advertir sobre los peligros de no equilibrar adecuadamente el esfuerzo espiritual con el cuidado físico.
Sus enseñanzas enfatizan que la excesiva diligencia en el estudio, sin el correspondiente cuidado del cuerpo, no es virtud sino imprudencia. Incluso llegó a intervenir personalmente para asegurar que sus alumnos descansaran adecuadamente, llegando a apagar las luces de la sala de estudio para incentivarlos a dormir. Este enfoque holístico hacia la salud, que incluye la alimentación adecuada, el ejercicio, el descanso y la ventilación adecuada de los espacios de vida, refleja una comprensión profunda de la integridad corporal como un precepto divino.
El Jafetz Jaím enseñaba que la negligencia en el cuidado de la salud es un desprecio por la voluntad del Creador y una infracción del mandato de proteger la vida que Dios nos ha otorgado. Para él, la salud era el fundamento sobre el cual se construye toda la práctica religiosa y espiritual, y sin ella, se socava la capacidad del individuo para cumplir con su propósito divino.
En «Tikun Shalom», reconocemos y valoramos la sabiduría de estas enseñanzas. Por ello, hemos dedicado un esfuerzo considerable en ofrecer amuletos, rezos, meditaciones y talismanes diseñados para promover la salud y el bienestar. Estos recursos no solo buscan mejorar la salud física de los individuos, sino también reforzar su compromiso con una vida de servicio a Dios, alineada con los preceptos de cuidar el cuerpo y el alma. Estos instrumentos espirituales son fundamentales para quienes desean seguir los caminos de Dios, manteniendo una salud robusta que les permita cumplir con sus obligaciones divinas y terrenales.